sábado, 1 de abril de 2023

ALICANTE - Comunidad valenciana

 

Plaza de los Luceros
Posee en el centro una fuente monumental construida en 1930 por el escultor alicantino Daniel Bañuls Martínez.

Mercado Central de Abastos
Es un edificio de estilo ecléctico con ornamentos del modernismo valenciano que fue proyectado por el arquitecto Enrique Sánchez Sedeño y construido en 1921 por el arquitecto Juan Vidal Ramos​

 Auditorio de la Concha de la Explanada

 Edificio Gran Sol

 Concatedral de San Nicolás de Bari

 Iglesia de Santa María.

 Casa Carbonell
Es una construcción residencial que data de 1925, obra del arquitecto alicantino Juan Vidal Ramos.
Dice la leyenda que el empresario textil alcoyano Enrique Carbonell Antolí pretendía trasladarse a Alicante por motivos de salud ya que el benévolo clima de esta ciudad era beneficioso para curar la enfermedad de su hija.
En una ocasión, se desplazo hasta Alicante don Enrique sufriendo un inconveniente en el trayecto y llegando sucio y harapiento al lujoso Hotel Palace para hospedarse y asearse.
En el hotel le negaron alojamiento por su aspecto y en venganza el empresario mando construir una casa tan grande y lujosa que eclipsara al vecino hotel.
Así sobre los solares que ocupaban las dos plazas del viejo mercado, se construiría la llamada casa Carbonell, confiando al arquitecto Juan Vidal que levantara los planos. Y el seis de mayo de 1921, presentó la solicitud al Ayuntamiento. La casa Carbonell, de acuerdo con los planos, ocupa una superficie de ochocientos ochenta y un metros cuadrados y una fachada modernista rematada por varias torretas y cupulas.


 Plaza Santísima Faz, en el Casco Antiguo

 Terminal del Aeropuerto de Alicante-Elche.

 Casa Consistorial
También llamada Palacio Municipal, es un edificio administrativo, de estilo barroco y construido en el siglo XVIII, que se sitúa entre la Plaza del Ayuntamiento y la Plaza de la Santísima Faz, en el barrio de Santa Cruz.
 Barrio de Santa Cruz


 Estadio José Rico Pérez.

 Museo arqueológico

 El metro

 Sede de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO)

 Puerta grande de la plaza de toros

 Vista del puerto

 Isla de Tabarca
Es una isla del mar Mediterráneo que se encuentra a unos 22 kilómetros de la ciudad de Alicante, a unos 8 km del puerto de Santa Pola y a poco más de 4300 metros (2,35 millas náuticas) del cabo de Santa Pola.​ Se trata de la isla más grande de la Comunidad Valenciana y la única habitada.​ Administrativamente está considerada como partida rural de Alicante,​ y en ella se halla la ciudad​ de Tabarca, que contaba con 59 habitantes en 2013.

  Universidad

 Puerto de Alicante desde el Castillo de Santa Bárbara

 Marina Deportiva


 castillo de Santa Bárbara
Adquiere este castillo el nombre de Santa Bárbara porque el día de su festividad, 4 de diciembre de 1248, la tomó a los árabes el infante Alfonso de Castilla, futuro rey Alfonso X el Sabio. Tras una dura resistencia por parte de su alcaide Nicolás Peris, en 1296 Jaime II se posesiona de todo el recinto para la corona de Aragón y ordena su remodelación. Casi un siglo después, Pedro IV el Ceremonioso manda sea rectificado el recinto y el rey Carlos I ordenará su fortificación a comienzos del siglo XVI.
 Estación

 Explanada de España

 Sede de la Diputación
Castillo de San Fernando

Puerta del Castillo de San Fernando

 Vista panorámica desde el Castillo de San Fernando

 Playa de San Juan
Es una de las playas más conocidas de la capital alicantina y se extiende desde Campello hasta el Cabo de las Huertas.

 Playa del Postiguet
Situada en pleno casco urbano alicantino, a los pies del Castillo de Santa Bárbara, toma su nombre de un pequeño postigo de acceso a la población a través de las murallas. Se encuentra bordeada por un paseo marítimo cuajado de palmeras y presenta una ancha franja de dorada arena y aguas tranquilas. La playa es todo un icono para los alicantinos, y se encuentra nombrada en algunas canciones populares, siendo la más conocida "La manta al coll". 

 Teatro principal

 Refugio antiaéreo de la Plaza Séneca

 Costa de Alicante

En campo de gules, sobre ondas de azur y plata, una peña de rostro humano, sumada de un castillo de oro, almenado, mazonado y aclarado de gules, sumado a su vez de un ange, de oro, con cuatro palos de gules, y acompañado a la derecha por las letras A y L (Acra Leuka), y a la siniestra L y A (Lucentum Alicante) de oro y puestas en palo. Rodea al escudo el toisón de oro.Al timbre, corona de conde.

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Los orígenes del asentamiento urbano en la huerta y alrededores de Alicante se remontan a la aparición de poblados íberos que datan del siglo III a.C, en estrecha relación con factorías comerciales griegas, principalmente la de los Baños de la Reina en El Campello. Y es que son colonos de Focea (polis griega en Asia Menor) los que tomaron como referencia marítima para la navegación de cabotaje al monte Benacantil llamándolo Akra Leuka («Promontorio Blanco»), si bien no hay certeza de edificaciones hasta que Amilcar Barca situó allí su principal acuartelamiento poco antes de la segunda guerra púnica al valorar las posibilidades que ofrecía como asentamiento militar su cima.

En el 201 a. C. los romanos capturan la ciudad íbera conocida como Leukante o Leukanto (Lucentum es una latinización del nombre original que solo existió en los mapas romanos) que contaba con un aceptable puerto marítimo-fluvial en la desembocadura del barranco de la Albufereta. Este será el primer solar de lo que con el tiempo se convertiría en Alicante.

Hacia la época del final del dominio romano el encenagamiento del torrente que desemboca junto al poblado de Leucante (Lucentum) hace que deje de ser adecuado como el puerto y queda el asentamiento rodeado de marismas y pantanos palúdicos insalubres, por lo que su población se va desplazando progresivamente hacia las faldas del Benacantil, dando lugar al verdadero origen del actual casco urbano.

Entre el 718 y el 4 de diciembre de 1248 la ciudad cae bajo dominio islámico, pasando a llamarse Medina Laqant o Al-Laqant (obsérvese que el topónimo valenciano es Alacant). Durante este periodo, la ciudad siguió los destinos de Al-Ándalus y tras el desmembramiento del Califato de Córdoba perteneció a las Taifas de Denia, Almería y Murcia. Hoy en día pueden observarse restos arqueológicos de la medina islámica junto al ayuntamiento de la ciudad.

En virtud del Tratado de Cazola (Soria, 1179) entre Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón, la frontera meridional de Aragón se fijaba en la línea que une Biar, Castalla, Jijona y Calpe. Por lo tanto Alicante pertenecía a la zona de expansión castellana. En el año 1243, el gobernante musulmán de la Taifa de Murcia, Muhamad ben Hud, firmó el Tratado de Alcaraz con el infante Don Alfonso, que después se convertiría en el rey Alfonso X el Sabio, por el cual el reino musulmán de Murcia se ponía bajo protectorado castellano,...con la ciudad de Murcia y todos sus castillos desde Alicante fasta Lorca y fasta Chinchilla...

Aunque en principio se procedió a repoblar la ciudad, la carencia de suficientes pobladores cristianos unido a razones económicas prolongó la permanencia de la población musulmana. Sin embargo, el gobernador de Alicante, Zayyan ibn Mardanish, no aceptó el pacto y fue obligado, acompañado de muchos pobladores, a abandonar el área en 1247, fecha en la que comienza la soberanía castellana de Alicante. La conquista militar se finalizó el 4 de diciembre de 1248 con las tropas del rey castellano, comandadas por su hijo el infante Alfonso, futuro Alfonso X el Sabio.21​ Por el Tratado de Almizra firmado en 1244 entre los reyes de Castilla y de Aragón, en el que se fijaron los límites de la expansión de sus respectivos dominios en la línea de Biar a Villajoyosa, Alicante permaneció bajo soberanía castellana por espacio de 48 años. El infante Alfonso X el Sabio, una vez tomada la villa a los andalusíes, conmemora la victoria denominando al castillo árabe construido sobre el monte Banu-l-Qatil (de donde proviene «Benacantil») «de Santa Bárbara», por coincidir esta festividad con el día de la toma de la ciudad por la cristiandad.

Desde el principio, Alfonso X el Sabio intentó establecer en Alicante un grupo de cristianos numeroso dada la importancia militar y mercantil de la villa, pero el proceso repoblador fue lento y se prolongó a lo largo de todo el siglo XIII, aunque está poco documentado a causa de la desaparición de los Libros de Reparto. Los repobladores cristianos, principalmente castellanos y leoneses,​ recibieron todo tipo de privilegios y franquicias para facilitar su asentamiento. Con esta finalidad de asegurar mejor su creciente poblamiento e impulsar más activamente su mayor promoción económica y comercial, en agosto de 1252 Alfonso X otorgó a la ciudad el Fuero Real, muy parecido al de Córdoba. Dotó a la villa de un concejo fuerte, de numerosas exenciones fiscales y de un amplio término municipal, que abarcaba los municipios actuales de Agost, Monforte del Cid, Aspe, Novelda, Elda, Petrel, Busot, Aguas de Busot, El Campello, Muchamiel, San Juan y San Vicente del Raspeig. Además, el rey castellano dispensó grandes medidas de favor al puerto de Alicante, considerado de gran valor estratégico.

Entre 1264 y 1266 Alicante estuvo inmersa en una rebelión mudéjar que se extendió por casi todo el Reino de Murcia; el rey castellano, empleado entonces en el asedio de Niebla, solicitó ayuda a su suegro Jaime I de Aragón para sofocarla. Este intervino rápidamente y redujo todas las ciudades rebeladas a la aceptación de la soberanía castellana, aunque dejando a más de 10 000 aragoneses y catalanes en el Reino de Murcia y la preponderancia de la población de origen aragonés y catalán a partir de aquel momento.

Debido a una crisis dinástica por la sucesión de Sancho IV el Bravo, el infante Alfonso de la Cerda, un aspirante ilegítimo a la Corona de Castilla, pidió ayuda a Jaime II de Aragón a cambio de donarle, en caso de conseguir la Corona, el Reino de Murcia, según los acuerdos secretos de Calatayud (1289), Ariza (enero de 1296) y Serón (febrero de 1296). Aprovechando la situación, Jaime II procedió a la conquista del Reino de Murcia.

Alicante fue conquistada el 22 de abril de 1296, a pesar de la resistencia del alcaide del castillo Nicolás Peris, terminando con la soberanía castellana. La conquista fue, en parte, facilitada por los colonos cristianos de origen catalán o aragonés asentados en Alicante tras sofocar la rebelión morisca, el año 1266, llevada a cabo por Jaime I de Aragón​ (como, por ejemplo, la ayuda de la familia Torregrossa, de cuyo escudo se basa el actual blasón de la ciudad). Aun así, Jaime II respetó los privilegios e instituciones anteriores aunque adaptándolas a la nueva situación política, particularmente después de la incorporación de Alicante, y el resto de comarcas limítrofes al Reino de Valencia mediante la modificación de lo fijado en el Tratado de Almizra (Sentencia Arbitral de Torrellas, 1304 y Tratado de Elche, 1305).

La repoblación cristiana continuó, esta vez con catalanes y, en menor medida, aragoneses, con una velocidad y número mayores, por lo cual la población originariamente castellana quedó en minoría entre la población cristiana. Aun así, hasta la primera expulsión de los moriscos, la población de origen árabe era mayoritaria en comparación con los cristianos.


El crecimiento de principios de siglo XIV se vería truncado a partir de 1333, cuando ya el hambre se dejó sentir en Alicante, primera señal de la crisis que se acercaba: la Guerra de la Unión (1348), la Peste Negra (1348) y la Guerra de los Dos Pedros (Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón) entre 1356 y 1366 que tuvo en Alicante uno de sus principales escenarios. La villa estuvo en manos castellanas y parte de la población emigró, murió o cayó cautiva. Como consecuencia de ello, la población se vio reducida a la mitad, al igual que en otras ciudades del Reino de Valencia. Con la paz se inicia la reconstrucción social y económica aunque los mudéjares prácticamente desaparecieron y los judíos fueron una minoría. Pedro IV el Ceremonioso dictó numerosas medidas para reactivar la economía y la paz social, aunque esto no evitó el ataque contra los judíos de 1391 que acabó con la presencia de esta comunidad en la sociedad alicantina.

Durante el siglo XV Alicante continuó creciendo y una próspera agricultura orientada hacia la exportación (vino, frutos secos, esparto) impulsó un notable desarrollo del puerto y una clase media que controlaba el gobierno municipal. El único conflicto bélico fue la guerra con Castilla de 1430 que no tuvo excesivas consecuencias. La población continuó en aumento y este progreso sirvió de justificación a Fernando el Católico para otorgarle el título de ciudad en 1490.

En 1510 Alicante era la quinta ciudad del Reino de Valencia. Desde la obtención del título de ciudad el desarrollo institucional, económico y demográfico de Alicante fue palpable. El puerto se convirtió durante la Edad Moderna en el más importante del Reino de Valencia y propició el asentamiento de colonias de comerciantes extranjeros que imprimieron un gran dinamismo al tráfico mercantil. La construcción del embalse de Tibi a finales del siglo XVI permitió asegurar la producción de la huerta cercana a la ciudad, cuyo producto principal era la uva, y por consiguiente el vino, junto con la barrilla, el esparto y los frutos secos. El puerto además se convirtió en punto de salida de los productos de La Mancha y en un eficaz redistribuidor de algunos productos coloniales y de salazones llegados del norte de Europa. El desarrollo económico permitió a Alicante arrebatar a Orihuela, en 1647, la capital de la Bailía meridional valenciana y posteriormente, en 1785, la creación de un Consulado del Mar independiente del de Valencia.

Alicante fue objetivo militar en prácticamente todos los conflictos bélicos. Así fue casi destruida en 1691 por la escuadra francesa que dirigía el almirante D'Estrées y durante la Guerra de Sucesión fue ocupada alternativamente por austracistas y borbónicos. La voladura parcial del Castillo de Santa Bárbara por parte del caballero D'Asfelt determinó la salida de los aliados de la ciudad y el triunfo borbónico en esta parte del Reino de Valencia. La Guerra de Independencia dejó también sus secuelas como consecuencia de la crisis de subsistencia y de los gastos militares, se construyeron nuevas murallas y el Castillo de San Fernando, aunque las tropas francesas no llegaron a ocupar la ciudad.

El talante abierto y liberal de los alicantinos se manifestó a lo largo del siglo XIX. Muestras de ello son el gozo popular por la Constitución española de 1812 y la desaparición de la Inquisición, las grandes dificultades para formar un batallón de voluntarios realistas en 1824 para reprimir a los liberales, la rebelión de Boné liderada por Pantaleón Boné en 1844, el apoyo a la Vicalvarada (1854) y al pronunciamiento de septiembre de 1868 que dio paso al Sexenio Revolucionario. El primer club republicano se abrió en Alicante alrededor de noviembre de 1868, y esta tendencia política triunfó en las elecciones municipales de 1870.

Debido a su condición de ciudad portuaria fueron frecuentes las epidemias. Una de las más recordadas fue la del cólera-morbo de 1854 . En esta epidemia destacó por encima de todos el Gobernador Civil Trino González de Quijano que heroicamente entregó su vida defendiendo y ayudando, durante los 24 días de su mandato, a los enfermos de toda la provincia. Fallecería víctima de la epidemia el 15 de septiembre de 1854. En recuerdo se le levantó un mausoleo en el que descansan sus restos en el centro de la Plaza de Santa Teresa.

La provincia de Alicante nació como tal en las Cortes liberales de 1822, y correspondía con la antigua Bailía meridional valenciana, si bien fue ampliada en 1833 con parte de la desaparecida provincia de Játiva y los municipios de Villena y Sax. En 1847 comienza la ampliación del puerto, y en 1858 finaliza la construcción del ferrocarril entre Alicante y Madrid con el enlace Alicante-Almansa, para la cual se levantó la llamada estación de Madrid. Entre 1854 y 1878 se derruyeron las murallas de la ciudad. Las infraestructuras ferroviarias se verían incrementadas con la inauguración de la línea Murcia-Alicante, en 1884, y la inauguración de la estación de Benalúa.

El 1 de febrero de 1893 el ayuntamiento adoptó la bandera naval de Alicante, como bandera de la ciudad.

Durante el periodo 1920-1935 la economía alicantina se decantó por la industria mientras la agricultura se sumía en una segunda crisis. Alicante fue una de las ciudades donde los republicanos ganaron las elecciones municipales de 1931 y durante toda la II República los partidos de izquierdas mantuvieron una mayoría holgada, tanto en la ciudad como en la provincia. La proclamación de la República fue seguida por la quema y destrucción de las principales iglesias de la ciudad (Escuelas Salesianas, el Colegio de las Carmelitas, la Parroquia de Benalúa, el Convento de San Francisco, la casa de ejercicios de la Compañía de Jesús, el Convento de las Oblatas, la Iglesia del Carmen, el Convento de la Preciosísima Sangre de Cristo (Alicante), el Convento de Capuchinos, el Convento de Agustinos, el Palacio Episcopal, el Colegio de Jesús María, el Colegio de la Compañía de María y el Colegio de los Maristas), proporcionalmente la mayor quema en toda España, ante la que las nuevas autoridades no hicieron nada por evitarla, tan sólo para proteger la Santa Faz ante la devoción popular que esta despertaba entre los alicantinos.

El primer alcalde de este periodo fue Lorenzo Carbonell Santacruz, elegido en la candidatura republicano-socialista, que con un 81% de votos realizó diversos proyectos urbanísticos de importancia y fomentó la construcción de escuelas públicas. En 1933, con la llegada del sufragio universal, votaron por primera vez las mujeres alicantinas, ganando el PSOE y en las elecciones generales del 16 de febrero de 1936 triunfó el Frente Popular con un 80,72% de votos.

En el inicio de la Guerra Civil española, el bando sublevado fracasó en un intento de poner sitio a la ciudad desde Orihuela y otras poblaciones de la Vega Baja. Otro suceso importante fue el fusilamiento del dirigente falangista José Antonio Primo de Rivera, que se encontraba preso en Alicante, el 20 de noviembre de 1936. Como represalia Alicante sufrió el famoso "bombardeo de las ocho horas" pocos días después que fue seguido por el asesinato de 49 civiles sospechosos de no ser de ideología izquierdista.


La ciudad sufrió durante la guerra 71 bombardeos que causaron la muerte a 481 personas y el derrumbe de 705 edificios. El ataque que causó más víctimas fue el Bombardeo del 25 de mayo realizado por aviones italianos Savoia a las 11 horas del domingo 25 de mayo de 1938 cuando, tras soltar 90 bombas, murieron 313 personas, en gran parte mujeres y niños que se encontraban en el Mercado Central. Muchos historiadores actuales sobre la Guerra Civil española coinciden en equipararlo con el Bombardeo de Guernica.


A pesar de los bombardeos, la ciudad permaneció fiel a la República hasta el final de la Guerra y por ello fue objeto de técnicas de debilitamiento psicológico como por ejemplo el lanzamiento de pan blanco envuelto en lemas fascistas en época de hambre. Puesto que Alicante fue de las últimas ciudades en caer en manos de las tropas franquistas, en el puerto se vivieron escenas dramáticas entre los que esperaban buques para partir al exilio; había orden de matar a toda persona que se encontrara en la zona intentando huir, los buques extranjeros no aceptaban recoger a nadie debido a la amenaza existente sobre el hundimiento de cualquier barco que recogiera exiliados; los únicos barcos que corrieron el riesgo por salvar a la población civil fueron los argelinos y otros barcos como el Stanbrook que partió del puerto sobrecargado. Centenares de alicantinos partieron hacia Orán, creando una colonia estable y un hermanamiento entre las dos ciudades que todavía hoy persiste.


En la tarde-noche del 30 de marzo de 1939 entraban en la ciudad las unidades de la División Littorio, comandada por el general Gambara, con un ostentoso desfile delante del Ayuntamiento y las principales calles de la ciudad. La represión consecuente fue considerable al considerarse la ciudad y la provincia como «rojas». Los últimos detenidos republicanos en la guerra lo fueron en el puerto de Alicante, y la mayoría sufrieron la estancia en el campo de concentración de Los Almendros. Al terminar la guerra, el alcalde Luciáñez propuso que la ciudad pasara a llamarse Alicante de José Antonio. Pese a aprobarse nunca llegó a producirse el cambio.

La década de los sesenta trajo el desarrollo económico y social, con un importante crecimiento demográfico que continuó en las décadas siguientes. La economía evolucionó hacia el sector servicios, especialmente hacia el turismo, y se produjo el mayor desarrollo urbanístico de la ciudad, con el nacimiento de nuevos barrios en el extrarradio.


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