Morella se encuentra en un lugar de paso tradicional entre el valle del Ebro y la costa mediterránea, lo que ha favorecido el asentamiento humano ya desde la antigüedad. Hay documentados restos de cazadores-recolectores del epipaleolítico geométrico. Nos han quedado abundantes restos del arte de esta época, como los grabados y las pinturas rupestres de Morella la Vieja, declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO.
En el castillo se encuentran elementos tecnológicos del neolítico. Algunos monumentos funerarios delatan la existencia de grupos humanos con una economía productora y un hábitat estable, en las áreas más fértiles del territorio. Las excavaciones arqueológicas han permitido encontrar numerosos restos de la edad del Bronce, especialmente en muelas de fácil defensa. El hábitat perdura en el tiempo y en muchos de estos yacimientos hay también restos cerámicos de época íbera. Algunos de estos asentamientos perdurarán hasta época romana, con el centro administrativo del territorio en la ciudad de Lesera, en el término del Forcall.
Época musulmana
Es durante esta época(714 -1231) que el castillo comenzaría a adquirir una mayor importancia, como centro de un extenso territorio que, aproximadamente, sería la actual comarca de Els Ports. De este período se pueden destacar las dos batallas que Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, libró en el área de Morella cuando estaba al servicio del rey musulmán de Zaragoza, a finales del s. XI, una contra el rey musulmán de Lérida y el otra contra el conde cristiano de Barcelona. También hay referencias a una efímera conquista cristiana de Alfonso el Batallador a principios del siglo XII.
Morella pasó a manos cristianas la segunda quincena de octubre de 1231, según se desprende del análisis de la documentación existente, aunque la fecha tradicional es la del 7 de enero de 1232, fiesta de San Julián según el santoral antiguo, que es uno de los patronos de la ciudad y fiesta local. Esta fecha seguramente es la de la dedicatio de la iglesia, de una manera similar a Valencia que se rindió a Jaime I doce días antes del9 de octubre, que es la fecha marcada en rojo en los calendarios.
Esta diferencia de dos meses podría responder a las duras negociaciones entre el noble aragonés Blasco de Alagón y el rey Jaime I sobre la posesión de Morella. Don Blasco había recibido la promesa del rey de quedarse con todo lo que pudiere conquistar, pero el rey, que se encontraba en Villarroya de los Pinares preparando la conquista del reino de Valencia, corrió a Morella a decirle a su Mayordomo que Morella no es lugar para ningún hombre del mundo, sinó para un rey, porque valía tanto como un condado con sus pertenencias. Después de duras negociaciones en les Roquetes del Puig del Rei acuerdan que Morella será del noble aragonés sólo hasta su muerte y que, entretanto, el rey se reserva la torre Celoquia, la más alta del castillo, como señal de soberanía. Pero don Blasco no debía quedar muy convencido y unos años más tarde emprendió una guerra privada contra Jaime I, en la que resultó muerto.
Hay dos puntos importantes para poder comprender en toda su magnitud la importancia histórica de Morella. Por una parte, Morella está situada en el centro geográfico de los estados peninsulares de la Corona de Aragón, en la frontera entre Cataluña, Aragón y Valencia, y bastante cerca de Mallorca. Por otra parte, Morella siempre será del rey, a partir de 1250, pero todas las comarcas vecinas son de las poderosas órdenes militares (hospitalarios, templarios, calatravos, montesanos…) y es el único lugar de realengo en muchos kilómetros a la redonda.
Hasta finales de la década de 1270 Morella estaba incluida en Aragón pero desde entonces forma parte del Reino de Valencia. De hecho, las de 1261 son las únicas Cortes Valencianas en toda la historia en las que Morella no está presente. En las Cortes, Morella ocupa siempre el lugar protocolario de primera villa del reino y sólo le preceden las ciudades, primero Valencia y Xàtiva, y más tarde Orihuela y Alicante.
Por contribución a las arcas reales era la segunda o tercera localidad del reino, aunque para entender la importancia de Morella hay que tener en cuenta que el término general de Morella incluía una treintena de localidades de la actual comarca de Els Ports, cada una con diferentes grados de autonomía. Esta compleja organización municipal estaba regulada por los fueros, sentencias y concordias reales y variaba desde la práctica independencia de Olocau, pasando por la autonomía de las otras aldeas, hasta la casi completa carencia de personalidad jurídica de las calles y lugares.
Se trata de una sociedad urbana con una amplia representación gremial: orfebres, plateros, escultores, tejedores… En aquellos tiempos podemos encontrar comerciantes morellanos en la Atenas dominada por los almogávares o una expedición marítima del Baile de Morella para conquistar el norte de África en 1510. También había una pequeña comunidad judía que tenía los mismos derechos que los de la ciudad de Valencia, por concesión de Jaime I en 1264.
En este núcleo comercial lleno de vida que comerciaba lana con Italia, se escondía el último anciano cátaro, Guilhem Belibasta, que había huido de la Inquisición de Occitania y vivió en Morella trabajando de cestero, dirigiendo una comunidad de fieles que alcanzaba lugares tan distantes como San Mateo, Beceite y Lérida, a los que visitaba con la excusa de comprar y vender género o aprovechando los movimientos de ganado, que recorrían las rutas trashumantes que aún se usan hoy en día.
Con la excusa de que había una persona muy enferma que necesitaba su asistencia espiritual, le engañaron para que regresara a los Pirineos, donde le detuvieron. Murió en la hoguera en 1321.
Francesc de Vinatea
Un de los personajes más importantes de aquella época fue el morellano Francesc de Vinatea, miembro de una familia de señores feudales de la Todolella, que en el s. XIV se enfrentó al rey Alfonso el Benigno en nombre de las principales villas y ciudades del reino, para oponerse a la pretensión de la segunda esposa del rey, Leonor de Castilla, de ceder en feudo a su hijo Fernando las principales localidades de la corona, con lo que peligraba incluso la integridad del Reino. La reina dijo que su hermano, el rey castellano, haría cortar la cabeza de un súbdito tan insolente. Pero el rey dijo: Reina, reina! Nuestro pueblo es franco y no es así subyugado como está el pueblo de Castilla. Pues ellos tienen a Nos como señor y Nos a ellos como buenos vasallos y compañeros…
En 1410 Martín el Humano murió sin descendencia y se decidió que su sucesor lo elegirían nueve compromisarios, uno de los cuales fue el morellano Domingo Ram, que en 1412, cuando eligieron a Fernando de Antequera, era obispo de Huesca. El rey le premió por haber favorecido su acceso a la corona y llegó a ser virrey de Sicilia. También tuvo diferentes cargos eclesiásticos hasta llegar al cardenalato. Cuando era obispo de Lérida presidió la Generalitat de Cataluña.
En 1414 se reunieron en nuestra ciudad el papa Luna (Benedicto XIII), el rey Fernando I y fray Vicente Ferrer, que unas décadas después sería canonizado. El motivo era acabar con el Cisma de Occidente, en el que llegó a haber hasta tres Papas diferentes. Los parlamentos duraron cincuenta días sin resultados. El rey y San Vicente Ferrer, en un sermón en Perpiñán, se apartaron de la obediencia del aragonés, que se quedó aislado en Peñíscola hasta la muerte.
Durante la Germania las autoridades morellanas permanecieron fieles al emperador Carlos I y lucharon contra los hermanamientos, aportando tropas y acogiendo las primeras autoridades en los momentos más delicados. Es la primera vez que se encuentran referencias de la existencia de una Senyera de la vila, que las crónicas describen de color rojo, con el escudo de Morella al centro.
El 1691 el rey Carlos II el Embrujado concedió la independencia municipal a nueve de las aldeas de los Términos Generales y Ports de Morella, a cambio de un donativo por aliviar el déficit de las finanzas de la monarquía.
La Guerra de Sucesión
Batalla d'Almansa, 1707. Quadre de Buenaventura Ligli de 1709. Corts Valencianes
Batalla de Almansa, 1707. Cuadro de Buenaventura Ligli de 1709. Cortes Valencianas
Durante la guerra de Sucesión, las autoridades morellanas permanecieron en el bando botifler, excepto dos ocupaciones mauletes, una más larga antes de la batalla de Almansa (1706-1707) y una más corta en las Navidades de 1710-1711, que se saldó con la destrucción del barrio de Sant Miquel. Después de las bombas felipistas, Morella alcanzó el mínimo histórico de población, con solo 1800 habitantes pero, sorprendentemente, aquella Morella debilitada no solo reconstruyó la ciudad, sino que se permitió el lujo de encargarle a Francesc Turull el órgano (1719) de la iglesia arciprestal, templo que el 1700 se había agregado a la Basílica de Sant Joan del Laterà.
El decreto de Nova Planta derogó la existencia del Reino de Valencia y pasó a cumplir las leyes de Castella. En la nueva organización política, Morella pasó a ser la capital de un corregimiento que llegaba hasta El Toro, cerca de Segorbe. La nueva obligación legal de escribir en castellano empezó a aplicarse unos años despues, pero la mayoría de cofradías se resistieron a cambiar de lengua a los actos hasta 1721, que es cuando se introduce del todo el papel sellado.
Las guerras carlistas
Uno de los episodios más decisivos de la historia de Morella es la primera guerra carlista. El gobernador de Morella y el barón de Herbers proclamaron rey Carlos V de Borbón el noviembre de 1833 pero el pronunciamiento no duró demasiado. Más tarde, pero, y durante un periodo de dos años (1838-40), resistió un pequeño estado independiente bajo la autoridad del general Ramón Cabrera.
La guerra del Groc aquí y la de los Matiners en Cataluña hicieron temer a las autoridades isabelinas la reproducción del conflicto bélico y por eso reformaron la organización militar de la zona, primero cruzando una Comandancia General del Maestrazgo (1849-1871) que alcanzaba territorios de Cataluña, Aragón y Valencia, con capital en Morella y origen de una cierta confusión sobre cuales son las comarcas de la zona. Más tarde se ensayó una provincia militar de Castellón con capital en Morella (1871-1879) que abarcaba la provincia civil de Castellón y el trozo de la de Tarragona al sur del Ebro y que, una vez acabada la tercera guerra carlista creaba más inconvenientes de los que solucionaba, hecho por el que la provincia militar se ajustó de nuevo a los límites civiles.
Dos reyes y dos repúblicas
La carretera general llegó a Hostal Nou pronto, el 1857, y diez años más tarde se hizo la entrada a la ciudad por el portal de Sant Mateu, pero la sangría de las guerras impidió traer el ferrocarril, y eso provocó que Morella pasara de una posición central a una situación periférica, cosa que perjudicó su industria textil hasta el punto que Joan Fuster habla de la desindustrialización de Morella.
El siguiente día de 1874 se proclamó rey Alfons XII en Sagunt, y poco tiempo después (1878) se concedió a Morella el título de ciudad por sus méritos liberales a la tercera guerra carlista. En el cambio de siglo Morella alcanza el máximo de población, con 7335 habitantes, pero ya en aquellos años mucha gente emigra al textil
El año 1926 el abogado Ferran Valls i Taberner fue desterrado con el resto de la junta del Colegio de Abogados de Barcelona por negarse a hacer la Guía Judicial en castellano, tal y como le exigía el gobernador civil, y no en lengua catalana como habían acordado la mayoría de colegiados. Según el historiador y su amigo Ferran Soldevila, cuan do la autoridad le comunicó el destierro, contestó «¿A Morella, dice usted? Gracias, muchísimas gracias. Morella, archivo importante». Otro amigo suyo, Nicolau d’Olwer, le escribía: Estic content que, mal que mal, t’hagi tocat un poble simpàtic i amb bon arxiu, que et permetrà d’aprofitar les hores». I efectivamente, le debemos un trabajo sobre el Lligallo, la institución medieval que regulaba las relaciones ramaderas a la nuestra área.
Pero el hecho más importante de la dictadura de Primo de Rivera es que cerró definitivamente la fábrica de Giner. Se trataba de una colonia textil, del estilo de las de los rios Llobregat o Ter, que daba trabajo a centenares de personas. Cinco años después, el gobierno provisional de la segunda república dio la primera protección legal de nuestro patrimonio cultural el año 1931, declarando monumentos algunos elementos como la iglesia, las murallas y el castillo.
Guerra civil y dictadura
En la guerra civil nuestra ciudad quedó al bando leal y las tropas franquistas llegaron a Morella el 4 de abril de 1938, camino de la Mediterránea, con la intención de partir en dos el territorio republicano, cosa que consiguieron once días más tarde entre les Cases y Vinaroz.
Nuestra comarca fue una de las zones del estado con mayor presencia de la guerrilla antifranquista, que aguantó a nuestras montañas hasta 1956. La lucha hizo la vida imposible a la gente de las masías, atrapados entre los Maquis y la Guardia Civil. Para organizar mejor la lucha contraguerrillera, el general Pizarro creó una nueva división, el Sector Interprovincial de Morella, que ha estado cualificado de «forat negre» por algunos historiadores por la dureza de la represión.
En los años 60 y 70 se produce la siguiente gran oleada migratoria y el declive definitivo de la ciudad, que incluso perderá el partido judicial en el año 1969. El año 1965 se declaró todo el recinto amurallado, Conjunto Histórico-Artístico.
La Transición
Poco después de asumir la corona, los reyes Juan Carlos I y Sofia visitaron la ciudad retomando la histórica vinculación de la monarquía con la ciudad.
Por la importancia simbólica de Morella para el pueblo valenciano, el proceso autonómico valenciano se inició oficialmente en nuestra ciudad, y se presentó un proyecto de estatuto de autonomía conocido como el Estatut de Morella, donde de reconocía la denominación de País Valencià i la señera sin azul, que al remate no va prosperar. También Josep Tarradellas, el presidente de la Generalitat de Catalunya, visitó a menudo nuestra ciudad y hizo unas enigmáticas declaraciones sobre un golpe de timón, que algunos relacionaron con el 23-F.
En la actualidad, el despoblamiento que ha sufrido la ciudad durante todo el siglo XX se ha visto compensado el siguiente sexenio por la inmigración del este y no se sabe hacia donde nos llevará el siglo XXI, pero eso ya no es materia de estudio de los historiadores.